Construida a fines del siglo XVI y principios del XVII, destacan las impresionantes pinturas murales de su interior, que cubren la totalidad de los techos y las paredes.
Estas pinturas, realizadas por Tadeo Escalante, pintor cusqueño, muestran las postrimerías del ser humano, es decir, el viaje por la muerte, el juicio final, la gloria y el infierno, y están definidas por la unión de la simbología andina, las creencias populares, su naturaleza y el arte colonial y muestran los programas evangelizadores que fueron utilizados.
También cabe destacar el artesonado mudéjar del presbiterio, hecho con casetones de madera y su retablo mayor, De madera tallada y sobredorada con pan de oro, de estilo barroco, construido en el siglo XVII, por Martín de Torres.
“Templo que conserva en buen estado pintura mural del siglo VXII y apreciarás escenas del purgatorio al momento de ingresar seguido de pasajes de la vida de Jesús”
María del Carmen Paz Cabrera
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